viernes, 28 de diciembre de 2012

45. Platón y los Sofistas

Hola amigos,
Fiel al dicho: "No te acostarás sin haber aprendido algo nuevo"....el "algo" de hoy para mí y para ustedes, es la palabra SOFISTAS.    Y la aprendí leyendo un artículo del periódico "El Universal" de mi país (Venezuela), escrita por el columnista Mario Nava Contreras. Acertadamente equivale los sofistas con muchos de los presidentes y candidatos que hemos tenido....y nos recuerda las palabras proféticas de Platón.

 Los sofistas eran una especie de profesores de oratoria que enseñaban a los jóvenes aristócratas atenienses el arte de expresarse correctamente en público y lucir convincentes. Para ello cobraban importantes sumas de dinero. A los sofistas les importaba muy poco que lo que dijeran sus alumnos fuera cierto o falso, que sus discursos fueran malévolos o altruistas. Lo que les importaba era que sus pupilos dominaran las técnicas necesarias para persuadir a sus oyentes, es decir al pueblo ateniense, y así manipularlo a su antojo, que para eso eran los políticos del futuro.

Una de las disputas filosóficas más célebres de todos los tiempos la sostuvieron en la antigua Atenas Platón y los sofistas. A Platón estas prácticas le causaban genuina repugnancia. Decía que los sofistas no merecían ser llamados filósofos porque no tenían la menor idea de lo que era la ética, cosa que era estrictamente cierta.
Decía Platón que la perniciosa influencia de la sofística en la democracia sería la ruina de Atenas, como en cierta forma ocurrió, y que con los sofistas era imposible que avanzara la ciencia, pues les daba igual que algo fuera verdad o fuera mentira, no se fijaban en los contenidos y se quedaban en la mera apariencia de las cosas. Toda la razón para nuestro filósofo.

Compara nuestro columnista a nuestra situación como país: "hemos sufrido por años gente de una logorrea incontinente, que parece haber nacido para convencer a las masas, gente capaz de hablar horas y horas expresándose con una fluidez envidiable, gente capaz de establecer, micrófono en mano, "una conexión amorosa con su pueblo", y sin embargo, gente incapaz de decir nada concreto, de expresar coherentemente una idea, ni mucho menos de llevarla a cabo".-

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